El Estudio fue fundado en la ciudad de La Plata, en el año 1946, por el Dr. Carlos Ramón de la Colina, sobre la base de su gran experiencia por más de dos décadas como magistrado del Departamento Judicial de la Ciudad de La Plata. Hoy el Estudio de La Colina, Luparia & Asociados brinda asesoramiento y representa a clientes minoristas y mayoristas en actuaciones judiciales, extrajudiciales y administrativas.
Actualmente, es dirigido por la Dra. Aurora Luján de la Colina, el Dr. Mauricio Julián Luparia de la Colina y la Dra. Maximina Paz Luparia de la Colina, hijos y nietos de su fundador, quienes han ido sumando con el trascurso del tiempo a profesionales de alto nivel, que integran hoy un equipo ágil y eficiente, contando actualmente con un grupo dinámico de trabajo.
En el año 1996, el Estudio se expande, abriendo sus puertas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en respuesta a las necesidades y demanda de sus clientes, ampliando el seguimiento de carteras mayoristas de distintas entidades financieras, públicas y privadas y así como de distintos organismos estatales.
En la actualidad, el radio de actuación del Estudio comprende tanto la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), como La Plata (Provincia de Buenos Aires). Asimismo, desarrolla su actuación jurídica en distintos departamentos judiciales de la Provincia de Buenos Aires (Quilmes, Avellaneda, Lomas de Zamora, Morón, La Matanza, San Martín y San Isidro).
Su objetivo primordial es brindar a sus clientes asistencia legal adecuada y efectiva, defendiendo sus intereses y colaborando con la resolución de sus conflictos y transacciones, destacándose por su vocación de servicio y excelencia, colaborando de manera práctica y efectiva con las premisas, métodos y programas de las entidades que representa.
El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.
El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
Leal con el cliente, al que no se debe abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el Juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices, y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.
La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas.
Nuestro deber es luchar por el derecho, pero el día en que se encuentre en conflicto el derecho con la justicia, luchar por la justicia.
Tratar a la abogacía de tal manera, que el día en que los hijos pidan consejo sobre su destino, considerar un honor, proponerle que se haga abogado.
Tolerar la verdad ajena en la misma medida que deseamos que sea tolerada la nuestra.
La abogacía no es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando el alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible. Concluido el combate, olvidar tan pronto la victoria como la derrota.
Tener fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la justicia, como destino normal del derecho, en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia. Y sobre todo, tener fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz.
En el derecho, el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.